Aprender a hablar es uno de los caminos más fascinantes de los primeros años de la vida. Al principio, a través del llanto, de gestos o de sonidos. Más adelante comenzará la etapa del balbuceo, manera de entrenar los músculos de la cara que posibilitarán el habla. Este proceso es decisivo en nuestro desarrollo: de él depende el correcto funcionamiento de las áreas cognitiva, social, afectiva y emocional. Es el medio por el cual nos comunicamos, pensamos y desarrollamos nuestra inteligencia.