Este año tenemos la oportunidad de reconocer la mirada como un don, para poder también reconocer al otro como el regalo que es en sí mismo. Ciertamente las mascarillas pueden suponer un parapeto en el que escondernos y aislarnos, pero es la ocasión perfecta para aprender a fijarnos en los detalles, preguntar, salir de nosotros mismos al encuentro del que tengo al lado y descubrir la grandeza de saber mirar.